Copy Paste Ilustrado , noticias , politica Jueves, 5 noviembre 2015

Alan García viene mintiendo políticamente desde 1989

Contexto del huaqueo: Uno de los aspectos políticos que más me sorprendieron cuando leí por primera vez El pez en el agua fue descubrir que desde 1989, el año de mi nacimiento, Alan García venía mintiendo sin el más mínimo rubor. Esto es algo que se repitió cuando fue candidato en el 2006 y que comienza a repetirse ahora que busca ser presidente por tercera vez.

Así que cuando leí por segunda vez el libro, decidí tomar nota de aquellas actitudes que podrían identificarse en su segundo gobierno, e incluso ahora que es oficialmente candidato presidencial del APRA.

He dejado varias anotaciones del libro fuera de esta lista (como La matanza en el Frontón, el Comando Rodrigo Franco, su fijación durante su primer gobierno con Corea del Norte, país al que incluso le compró armas, y la denuncia millonaria por la compra y venta de los Mirage; todos enumerados y detallados en el libro), porque considero que estas cuatro descripciones permiten recordar mejor al candidato García, quien quiere ser el presidente que recibirá el Bicentenario de la Independencia, un título demasiado halagador para dejarlo pasar.

[Del libro El pez en el agua de Mario Vargas Llosa. Barcelona, 1993] Las letras y títulos en negrita son culpa del huaqueador.

1. Es capaz de mentir ante cualquier público y lo hace desde 1989

Un año antes había jurado ante la CADE que no lo haría.

Un año antes había jurado ante la CADE que no lo haría.

La estatización del sistema financiero tenía un agravante político. Iba a poner en manos de un gobernante capaz de mentir sin escrúpulos —apenas un año antes, el 2 de diciembre de 1989, había asegurado, en el CADE, que nunca nacionalizaría los bancos— el control absoluto de los créditos. Con lo cual todas las empresas del país, empezando por las estaciones de radio, los canales de televisión y los periódicos, estarían a merced del gobierno. En el futuro los créditos a los medios de comunicación tendrían un precio: la docilidad.

2. Existe la corrupción y existe La corrupción en el gobierno aprista

Desde su primer gobierno se pueden enumerar denuncias de corrupción. Foto: Caretas.

Desde su primer gobierno se pueden enumerar denuncias de corrupción. Foto: Caretas.

Todo esto, como los negociados al amparo del poder por quienes ocupan la presidencia, los ministerios y cargos importantes en la administración, es algo tan generalizado que la opinión pública ha llegado a resignarse a ello como a algo fatídico: ¿tiene sentido protestar contra el movimiento de los astros o la ley de la gravedad? Corrupción, tráficos, aprovechar un puesto público para enriquecerse, es congénito a la política peruana desde tiempo inmemorial. Y durante el gobierno de Alan García esto batió todas las marcas.

Nada desprestigia y trabaja tanto por el desplome de la democracia como la corrupción. Algo en mí se subleva
desmedidamente frente a esa utilización delictuosa del poder obtenido con los votos de gente ingenua y esperanzada, para enriquecerse y enriquecer a los compinches. También por eso mi oposición a Alan García fue tan dura: porque con él en el poder la pillería se generalizó en el Perú a extremos de vértigo.

3. Alan García y el voto católico

La versión reciente de esta búsqueda por los votos católicos, la vimos hace unos días. Foto: RPP.

La versión reciente de esta búsqueda por los votos católicos, la vimos hace unos días. Foto: RPP.

Otro caballo de batalla del APRA era mi «ateísmo». «¡Peruano!: ¿Quieres un ateo en la presidencia del Perú?», se preguntaba un spot televisivo en el que aparecía una cara semimonstruosa —la mía—, que parecía encarnación y preludio de todas las iniquidades. Los investigadores de la oficina del odio encontraron, en un artículo mío sobre la huachafería —forma del mal gusto que es una propensión nacional—, titulado «¿Un champancito, hermanito?», una frase burlona sobre la procesión del Señor de los Milagros.

Alan García, que para mostrar al pueblo peruano lo devoto que era, se vestía de morado en octubre y cargaba el anda con expresión de pecador contrito, se apresuró a declarar a la prensa que yo había ofendido gravemente a la Iglesia y a la más cara devoción del pueblo peruano. Los validos hicieron coro y durante varios días se vio, en diarios, radios y canales, a ministros y parlamentarios del gobierno convertidos en cruzados de la fe, desagraviando al Señor de los Milagros. Recuerdo a la fogosa ministra Mercedes Cabanillas, la cara trémula de indignación, hablando como una Juana de Arco dispuesta a ir a la pira en defensa de su religión. (No dejaba de tener gracia que hiciera esto el partido fundado por Haya de la Torre, quien había comenzado su carrera política, en mayo de 1923, oponiéndose a la entronización de Lima al Sagrado Corazón de Jesús y que había sido acusado, buena parte de su vida, de enemigo de la Iglesia, ateo y masón.)

4. La personalidad de Alan García, el político

Alan García en su primer gobierno. Foto: El Comercio

Alan García en su primer gobierno. Foto: El Comercio

Al llegar yo de Londres a Lima, a fines de junio, Alan García me envió a saludar con uno de sus edecanes y, conforme al protocolo, fui a Palacio, el 8 de julio, a agradecerle el gesto. Me hizo pasar y conversamos cerca de hora y media. (…) La impresión que me hizo fue la de un hombre inteligente, pero de una ambición sin frenos y capaz de cualquier cosa con tal de llegar al poder.

rppc

Huaqueador en Copy Paste Ilustrado. @rppc